En lo referente al aspecto motero, los minayeros han contado con la colaboración inestimable del Motoclub Runrun Clásicas de San Pedro del Pinatar, encabezados por Pedro y Josefina que además cuentan con estrechísimos lazos familiares con Minaya. No es poca esa colaboración porque hasta la localidad manchega han desplazado los Runrun todo el arsenal necesario para que a la organización minayera no les faltara de nada, es decir: personal y vehículos (varias Vespino, dos furgonetas, un camión frigo y el sempiterno motocarro Piaggio con su armamento megafónico al son del "run run")
Por nuestra parte, en esta ocasión nos hemos desplazado tres vespinos desde Valencia, más concretamente Tachu desde Gilet, José Antonio desde el Puerto de Sagunto y yo mismo, Valentín, desdeVall de Almonacid en Castellón, hasta Minaya, en una larga jornada de 240 kms y de 7 horas de duración. En ella atravesamos en las primeras horas de la madrugada la Sierra Calderona, pudiendo disfrutar con las primeras luces de paisajes espectaculares, sobre todo los de Sot de Chera y Chulilla. No tuvimos la misma suerte al regreso porque la noche nos alcanzó antes de llegar a Requena, con lo cual las mil y una curvas de la Sierra Calderona la sufrimos con la leve luz de los faros de nuestras Vespino.
La jornada comenzó demasiado pronto para lo que es el uso normal porque el despertador sonó a las 4:00, una buena hora para andar de copas con los amiguetes pero dura para poner los huesos propios sobre un Vespino. Pero qué le vamos a hacer, había 7 horas de camino hasta llegar a Minaya a la hora del comienzo de las excursiones, que no deja de ser una contradicción porque precisamente ya íbamos calentitos al llegar a la reunión.
A las 5:00 nos dábamos cita en el lugar de costumbre: en Segorbe, junto a la estatua de los toros (representación de la tradicional "entrada de toros y caballos" que se celebra cada año durante las fiestas de septiembre). Por proximidad fui el primero en llegar, pero no tardaron en hacerlo Tachu y José Antonio que ya se lamentaba un poco este último por el dolor de trasero, no en vano llevaba cerca de 40 kms sobre el estrecho y duro sillín de su vespi y ninguna experiencia previa de largas rutas en algún tipo de moto. Todo un mérito para él.
Sin entretenernos apenas nos pusimos en movimiento hacia la localidad de Altura y de allí ascender por la sinuosa y estrecha carretera que lleva al santuario de la Cueva Santa. Una vez en lo alto siguieron las curvas pero con una carretera ancha y bien señalizada. Alcublas, Villar del Arzobispo, Losa del Obisco, Chulilla, Sot de Chera, Chera y por fin Requena.
Amaneció en las proximidades de Sot de Chera donde hicimos la primera parada para estirar las piernas, permitir que la sangre volviera a las posaderas, aliviar depósitos de líquido y comer un poco. No demasiado porque conociendo a los Runrun y sabiendo que los Minayeros no se quedan a la zaga en asuntos culinarios, que uno se sabe informar, preferimos llegar con el estómago ligerito para quedar bien en el destino.
Una vez en Requena la cosa cambió bastante: se terminaron las curvas, las carreteras estrechas y los continuos puertecitos de montaña. También los paisajes agrestes y enormemente atractivos de la Sierra Calderona y el Parque Natural Chera-Sot de Chera, con la compañía de conejillos, liebres, perdices,k palomas torcaces, hurracas y cuervos y algún que otro corzo que amenizaban con sus correrías los flancos del camino. A partir de allí los llanos y los viñedos se adueñaron del terreno, rompiendo la monotonía algún collado o alguna vaguada e incluso algún puerto suave de montaña, y como ya era mañana con sol, también comenzamos a encontrarnos grupos de moteros que iban a Jerez con motivo del GP.
Pero volvamos a la reunión que es lo que realmente importa:
Si bien el primer día, el viernes, la temperatura era agradable y todavía invitaba a taparse un poquito con las prendas moteras, lo que nos encontramos el sábado obligaba a todo lo contrario porque el calor llegó repentinamente aquel día, casi sin previo aviso.
Como comentaba al principio: después de 7 horas de camino y cerca de 250 kms llegamos al lugar de reunión, al centro social de los "amigos de Minaya". Lo hacíamos justo a tiempo para participar en las excursiones previstas para esa mañana, precisamente lo que necesitábamos, más kilómetros.
No obstante se llevaron con mucha dignidad porque si alguien ha participado en alguna de estas excursiones sabrá perfectamente que a pesar de que en ellas se llegan a recorrer distancias largas, más si tenemos en cuenta que lo hacemos con ciclomotores clásicos, también es cierto que entre tanto y tanto se hacen paradas técnicas para "repostar" el cuerpo y el alma, cosa que alivia sobremanera las fatigas que se acumulan en los cortos trayectos del camino.
Como si en los alrededores de San Pedro del Pinatar nos encontráramos, allí estaba el motocarro Piaggio de los Runrun con su batería de altavoces al son que identifica a su club.
De regreso al entro social nos esperaba la gran comida organizada por los minayeros. Qué barbaridad. Sabía que hambre no íbamos a pasar, pero el problema allí fue qué elegir para comer. Personalmente me quedé con el tópico típico y me serví un buen plato de gazpacho manchego, además de las viandas que había sobre la mesa para ir calentando motores.
Por la tarde continuaron las excursiones, ahora tocaba visitar Casas de Roldán y Casas de Los Pinos que también colaboraron con la organización del evento y de este modo correspondíamos los participantes con una visita a las poblaciones en las que también pudimos "repostar", y cómo no, lo que solíamos hacer en cada parada o en cada ocasión: intercambiar opiniones y experiencias con gente que hablaba nuestro mismo idioma, "el vespinero".
Al día siguiente después del desayuno nos pusimos nuevamente en marcha para la "etapa reina" con la excursión de 120 kms que nos llevó a la medieval localidad de Alarcón. Personalmente no había estado nunca allí y quedé sorprendido después de pasar junto al pantano y posteriormente llegar a aquel valle encajonado en cuya parte superior se levantan las murallas de Alarcón. Sin duda una localidad digna de una visita más entretenida que la que nos llevó aquella mañana.
En la plaza mayor nos recibieron las autoridades locales y seguidamente procedimos a un nuevo "repostaje". Allí mismo inmortalizamos la imagen más bonita del fin de semana en la que una junto a otra colocamos todas las Vespino participantes, justo delante de la bonita fachada del ayuntamiento.
A la atención que recibimos de las autoridades locales le siguió el almuerzo en la misma plaza mayor, sin movernos, y las susodichas fotografías frente al ayuntamiento.
Los itinerarios fueron estupendos y con un control de seguridad en el que varios compañeros con motos mayores iban colocándose en lugares con alguna dificultad, cortando el paso a los demás vehículos si era necesario. También participaron miembros de la Guardia Civil. Así que el resto sólo teníamos que preocuparnos de disfrutar del camino a nuestro antojo, incluso nos podíamos hacer "selfis" ("autofotos" en la lengua de Cervantes), pero eso no se puede decir porque no está permitido en marcha.
Si las excursiones fueron muy agradables y participativas en las que todos tuvimos oportunidad de probar el resto de las motos que en ellas participaban, no lo fue menos la atención a nuestros estómagos por parte de los organizadores. Sin duda esta gente sabe organizar y quien no haya estado nunca con ellos, sencillamente, se lo pierde. Ni que decir tiene que los de la asociación de amigos de Minaya, que eran realmente los "anfitriones titulares", se volcaron plenamente en servirnos las mejores viandas típicas de la zona, así que no es necesario explicar cada uno de los platos que tuvimos el privilegio de probar. Si para algo sirve mi opinión, el gazpacho con conejo campero y setas estaba para repetir, cosa que hice gustosamente.
Sin duda, parafraseando a Santa Teresa, esa gente se mueve en la "gloria entre fogones".
Como final de fiesta tuvimos comida con entrega de premios, regalos y sorteos y la participación de una rondalla masculina, Los Mayos, que amenizaron parte de la comida.
El último acto fue el sorteo de un Vespino SC, el emplazamiento a la próxima Vespinada en San Pedro para el 27 de junio y la 9ª Reunión Nacional de 2016 en Sevilla.
A nosotros nos quedaba el regreso a casa por el mismo camino, con el agravante de que ya eran las 7 de la tarde y las curvas de las sierras las atravesaríamos ya anochecido. A pesar de ello pudimos llegar a nuestras casas sin ningún contratiempo relevante.
Gracias a los Minayeros, a Runrun y a todos los compañeros participantes, incluido el que quemó 13 motos y media y 8 coches... pero eran suyos.